El
submarino de Franco yace en Ons. Un club de buceo de Bueu localiza los restos
del letal 'General Mola'
"Las
marcas de tierra. Ésa fue la clave. Mejor que un GPS". Las enfilaciones,
grutas, furnas y desfiladeros que desde el mar suelen divisar los marineros que
faenan en la costa de Ons sirvieron a Yago Abilleira y a un grupo de
entusiastas de un club de buceo con base en Bueu como el mejor localizador para
dar con una joya de la arqueología subacuática. "El único submarino
hundido que se puede visitar en toda la costa española", cuenta. Seis
meses de trabajo previo de documentación les permitieron descubrir unas cuantas
cosas más. Por ejemplo, los restos de aquel sumergible del que tanto les habían
hablado los marineros, y que finalmente lograron localizar a tan sólo ocho
metros de profundidad y en la cara más agreste de la isla, pertenecían al
General Mola. Un artefacto adquirido por Franco a Italia en plena Guerra Civil
para combatir a la Marina fiel a la República que a la postre se convertiría en
el submarino más letal, título que aún ostenta. En su haber, cuatro barcos
hundidos y uno dañado en plena sublevación militar.
Yago, 27
años y con el título de Empresariales bajo el brazo, trabaja en Lugo, pero ni
la edad ni su destino laboral le impiden estar al frente del departamento de
arqueología de la Federación Galega de Actividades Subacuáticas (Fegas).
"Todo comenzó en plena crisis del Prestige: ahí fue cuando mi afición se
convirtió en algo más", relata. Y, desde entonces, "primero liando a
amigos y después haciendo de esto algo más serio", dice, "comenzamos
con las inmersiones para visitar barcos hundidos". Y con los
descubrimientos. El Club de Buceo de Ons, al que pertenece, cuenta entre sus activos
más valiosos con una embarcación requisada a narcotraficantes "a la que
hemos tenido que cambiar el motor, porque con los caballos que tenía, aquello
tragaba lo que nadie sabe". Desde esa motora comenzaron sus peripecias
hasta dar con el General Mola.
El
hundimiento del submarino data de 1959, y tres años después es desguazado. Lo
remolcaban al final de su vida hasta un astillero cuando encalló en Ons,
"en unos años en los que de verdad había temporales, no como ahora".
Así lo recuerda la hija del que entonces era cabezalero de la isla, Xesús
Acuña, una especie de representante de la legalidad para todo, que por aquellos
años estaba al frente del orden en Ons. Palmira, ahora con 61 años, regenta la
mejor casa de comidas de la isla. "Era una cría, pero recuerdo el revuelo
que se montó, todos decían que aquello podía explotar, lo mismo que años
después pasó con el Casón en Fisterra". El sobresalto que supuso la
abrupta llegada del General Mola inquietó a los cerca de "500 habitantes
de la isla, porque sucedió cuando la gente aún no se había marchado".
Palmira también recuerda cómo se voló el submarino, "con todo el cobre y
bronce que llevaba", y cómo "luego se subastaron los restos que se
pudieron sacar y se los llevaron".
Yago y sus
colegas tuvieron que atar muchos cabos para dar con el sumergible. Y, antes,
dar con uno de los historiadores que mejor conocen la armada de aquellos años.
Fue Emilio Umbría quien los ilustró: 70,5 metros de eslora y 6,8 de manga,
armado con ocho tubos lanzatorpedos, dos cañones de cien milímetros en la
cubierta y dos ametralladoras antiaéreas de otros 13,2. "Era un sumergible
grande, y rápido, y por si fuera poco se trataba de un prototipo secreto que
nunca había sido probado en combate por Italia", relata. Su nombre
primigenio: Archimede. Era muy superior en prestaciones a los artefactos de la
República. Convertido en General Mola por los sublevados, entre sus víctimas se
cruzó el enorme Cabo de Palos (6.432 toneladas) "que desde Rusia se
dirigía a Valencia con valioso material de guerra". También hundió
mercantes, paquebotes y motoveleros, de banderas española, holandesa y griega.
"Desguazaron
el submarino in situ, empleando explosivos", relata Abilleira, "está
totalmente despedazado y apenas hay estructuras, sólo restos dispersos".
"La zona del hundimiento, en la cara oeste de Ons, está apenas sin
explorar, ya que únicamente localizamos la sección de popa, por lo que no
descartamos nuevos hallazgos", explica. Dos inmersiones hicieron falta
para dar con el General Mola, en una jornada que en el club recuerdan como
histórica. "Hasta nos hicimos unas camisetas con la imagen del submarino,
por aquello de que éramos como un equipo". Ahora tocan nuevos retos. Por
ejemplo, el submarino nazi U-966 en Estaca de Bares.
JULIÁN
RODRÍGUEZ A Coruña 20 SEP 2009
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