Por lo que se
puede apreciar, y por comparación con el registro arqueológico documentado en
otros yacimientos de similares características, parece que estos muros formarían
parte de unos pilones para la salazón del pescado. Cada una de estas estructuras
aparecen colmatadas por piedras, tégulas (tejas llanas de reborde) e ímbrices (tejas
curvas) en diferente grado de rodamiento y fragmentación, carbones de diferentes
tamaños, huesos procedentes de mamíferos y de pescados, pudiendo ser fruto tanto
de su antiguo uso mezclado con los derrumbes y/o de la amortizaciones de estas estructuras
como vertedero. Sobre estas estructuras se distingue un amplio paquete de tierra
no muy orgánica y de grano fino de características similares al que aparece
sellando la fosa que se describió en primer lugar, lo que lleva a pensar que
parece que fue depositado todo al mismo tiempo con la intención de cubrir estos
diferentes elementos constructivos y aplanar el terreno para darle un nuevo
uso.
De modo
aclaratorio, los materiales de cubrimiento, tégulas e ímbrices, que aparecen en
este yacimiento son señales evidentes de romanidad ya que su uso desaparece a
principios de la Edad Media siendo sustituidos por la cobertura realizada sólo
con imbrices dispuestos en hiladas paralelas y alternando el derecho y el revés,
sistema que perdura hasta hoy. Por otra parte, la tégula no sólo fue utilizada
para cubiertas sino que también fue utilizada para pavimentos, canalizaciones,
tumbas, etc., funciones que se alargaron en el tiempo ya que aparecen también en registros
altomedievales.
Información tomada del
libro "Ons: una isla habitada" por Paula Ballesteros-Arias, Marina
Bermúdez Beloso y Cristina Sánchez-Carretero.
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