En 1810, siglo
XIX, la Junta Provincial de Armamento y Defensa decidió fortificar la isla, y
la
propiedad de los
Montenegro se hizo más segura permitiendo el repoblamiento. De esta
actuación se
localizaron dos fortalezas: una en el barrio de Pereiró de la que sólo queda
alguna piedra
perdida – muchas se usaron para las casas- y otra en Curro a pocos metros
del muelle hacia
Melide conocida como “Castelo de Rueda” y objeto de singulares
leyendas que
hablan de las cuevas cercanas.
Con el ejército
se instauró una división parcelaria de terrenos que el Estado cedía a los
isleños para su
cultivo a cambio de un canon. La recaudación se destinaba a sufragar las
fortificaciones
hasta que, olvidados finalmente los proyectos defensivos, se entregaba a
los señores de la
isla.
En los años 1835-
40 se instaló la primera fábrica de salazón cerca del muelle y cambió la
vida de los
isleños: su actividad se dirige a la pesca para suministro de la fábrica,
llegan
nuevas gentes del
Barbanza, mejora la economía de la isla y aumenta la población. Las
fluctuaciones en
la pesca de sardina ocasionó el declive y cierre final de la empresa, y la
venta de las
capturas de los pobladores se trasladaron a la costa.
Publicado en el
folletín del Parque Nacional Maritimo-Terreste das Illas Atlanticas de Galicia.
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