Se trata de las
ruinas de un molino de río situado en una vaguada por donde bajan las aguas del
Rego do Castelo y de Entenza, en la parte oriental de la isla. Fue descubierto
en el verano de 2012 en las tareas de limpieza de vegetación hechas por el
personal del Parque Nacional. Tras el desbroce, se pudieron ver los canales de
captación y derivación de agua y restos de cimentación. Por lo que se pudo apreciar,
se trataría de un molino de cubo, que se construían en aquellos arroyos donde
el caudal no era muy abundante y con variación estacional, y estos depósitos
permitían la molienda durante casi todo el año. Conserva parte de la pared
donde se sitúa el carcavo, cavidad donde se situaría el rodezno y está salida
del agua. Esta parte está hecha con piedra de granito a base de bloques de
cantería bien escuadrados y mampostería, encajados unos a otros sin argamasa entre
ellos. No conserva ninguna de las piedras de moler. Estos restos se sitúan en
una zona de pendiente con abundantes terrazas agrarias y canales de derivación
de agua, ya que la sobrante de este posible molino se utilizaría para el riego
de estas fincas en pendiente.
Su reciente
descubrimiento no nos permite hacer una descripción más pormenorizada. A esto añadimos
que hasta el momento no había noticia de ningún molino de río en la isla, ni en
la documentación moderna ni en las encuestas realizadas a los vecinos ya que,
según cuentan, cuando tenían que moler el cereal o bien iban a Portonovo o a
Bueu o sí el temporal no permitía el desplazamiento lo hacían con molinos de
mano circulares que tenían en sus casas. Sin embargo, recientes entrevistas a
la gente más mayor de la isla, han confirmado que efectivamente recuerdan la
existencia de un molino propiedad de la familia Riobó, y que aprovechaba las
aguas de la Entenza.
Información tomada del libro "Ons: una isla
habitada" por Paula Ballesteros-Arias, Marina Bermúdez Beloso y Cristina
Sánchez-Carretero.
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