La antigua
iglesia de San Xaquín está situada en el barrio de Canexol donde también está
el camposanto. Actualmente está cerrada al culto. Fue reemplazada en los años
60 por la nueva iglesia situada en Curro.
La iglesia es de
planta rectangular, con la cabecera orientada al noroeste y los pies al
sureste, no respondiendo la orientación utilizada en el rito cristiano en el
que la cabecera se situaba hacia el naciente y los pies hacia poniente. Tiene
una sola nave en la distribución interior. El material constructivo es cantería
de granito. Los esquinales y el zócalo están reforzados de cantería de granito
de mejor factura. Muchas de las piezas de cantería conservan las marcas de
cantero de careado de los bloques. Una de las piezas del esquinal sureste tiene
grabada la letra "J". Tiene tres vanos: sobre la puerta de entrada, orientada
cara al sureste, uno pequeño vano circular; los otros dos vanos se corresponden
con pequeñas ventanas, una en cada lateral a la altura de la cabecera, ambas
con un dintel que sobresale. En el alzado del muro puede apreciarse que, en una
remodelación del techo, se le echó altura a la iglesia, en la que se le
pusieron bloques de piedra de menor tamaño. La cubierta es a dos aguas con teja
del país.
En la fachada,
pintada de blanco, tiene una espadaña conformada por tres piezas de granito y recubiertas
parcialmente con cemento. Tiene un único vano y un dintel continuo del mismo material.
En la parte posterior a la cubierta tiene como remate una cruz de piedra.
Presenta un fuste de tres cuerpos. La cruz tiene sección cuadrangular y los
remates de los brazos poliglobulados.
En el entorno de
la iglesia se dispone el camposanto. Según narra Portela Pazos (1954) la gente
que moría en la isla la llevaban hasta el cementerio parroquial de Beluso hasta
que en 1863, a causa de un temporal, un cadáver no pudo ser trasladado y lo enterraron
al norte de la capilla de la isla. Desde entonces hasta los años 70 del siglo
XX fueron enterrados en ese camposanto. Parece ser, que detrás de la iglesia
hay unas losas sin nombre y que se corresponden con algunos de los muertos
procedentes del naufragio del Bersac, y que por el temporal no se pudieron
trasladar a tierra dándole allí sepultura.
Todo el conjunto
está cerrado por un muro perimetral de bloques de granito construido en la década
de los 50 del pasado siglo. La puerta de acceso es una cancela hecha en hierro
forjado. El espacio exterior del acceso conforma una zona abierta, a modo de
atrio natural, únicamente delimitado por un cierre, en el margen izquierdo del camino.
Información tomada del libro "Ons: una isla
habitada" por Paula Ballesteros-Arias, Marina Bermúdez Beloso y Cristina
Sánchez-Carretero.
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