Se trata de los
restos de una de las dos baterías situada en la costa de la isla, en un espolón
natural en la zona de Pereiró, al sur de la isla orientado hacia la ría de
Pontevedra. Al igual que O Castelo da Roda, consta de un solo cuerpo de
guardia. Está asentada directamente sobre la roca madre de granito, actuando,
al mismo tiempo, como pared de fortificación natural. Portela Pazos describe, de esta manera, estas
dos baterías: “Vense ruinas de dos castillos o fortalezas: uno en la aldea de Curro,
y en la de Pereiro el otro. Del segundo, que es el de más amplia base, con una
puerta hacia el mar, conservábanse en 1931 muros de algo más que metro y medio
de alto, que poco a poco fuéron desapareciendo, para aprovechar la piedra en la
edificación de casas. Ahora apenas queda más que la planta” (Portela 1954).
O Castelo de
Pereiró, tiene la planta en forma de media luna orientada al este, y hacia el
oeste parece que termina en planta triangular o en forma de punta de flecha,
forma que se puede apreciar en la fotografía aérea. En el interior del recinto,
además de los derrumbes, parece que hay un muro dispuesto de forma transversal,
aunque por la espesa vegetación no se puede apreciar con mayor detalle. Está
construido a base de grandes sillares de granito bien escuadrados, incluso con algunas
piezas ciclópeas sin argamasa entre estas. Parte de las piedras de los muros
están en los derrumbes del acantilado, parte dispersa por el ámbito y la otra parte
expoliada y reutilizada en otras construcciones de la isla. La parte oeste de esta
construcción está interrumpida por un camino que da servicio a los terrenos de
labradío que hay en su entorno, y en el que se aprecia un desnivel que puede
estar vinculado a esa construcción.
Información tomada del libro "Ons: una isla
habitada" por Paula Ballesteros-Arias, Marina Bermúdez Beloso y Cristina
Sánchez-Carretero.
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